domingo, 6 de mayo de 2012

No hay otro amor que el de Dios.




No hay otro amor que el de Dios. Publicado por  Un Curso de Milagros



Tal vez creas que hay diferentes clases de amor. Tal vez creas que hay un tipo de amor
para esto y otro para aquello; que es posible amar a alguien de una manera y a otra persona de 
otra.  El amor es uno. No tiene partes separadas ni grados; no hay diferentes  clases de amor  ni
tampoco  diferentes niveles; en él no hay divergencias ni distinciones. Es igual a sí mismo, sin ningún 

cambio en ninguna parte de él. Ninguna persona o circunstancia  puede hacer que cambie.
 Es el Corazón de Dios y también el de Su Hijo.

El significado del amor queda velado para todo aquel que crea que el amor puede cambiar pues 
no se da cuenta de que un amor cambiante es algo imposible. Y así, cree que algunas veces  puede
amar y otras odiar. Cree también que se puede profesar amor sólo a una persona, y que el  amor 
puede seguir siendo lo que es aunque se le niegue a los demás.    El que crea estas cosas  acerca 
del amor demuestra  que no  entiende  su  significado.   Si el amor pudiese  hacer  tales  distinciones, 
tendría que discernir entre justos y pecadores, y percibir al Hijo de Dios fragmentado.

El amor no puede juzgar. Puesto que en sí es uno solo, contempla   a   todos    cual    uno      Solo.
Su significado reside en la unicidad. Y no puede sino eludir a la  mente que piensa que el  amor  es 
algo parcial o fragmentado. No hay otro amor que el de Dios, y todo amor es de Él.    Ningún   otro 
principio  puede  gobernar  allí  donde no hay amor.  El amor  es  una ley  que   no   tiene   opuestos
Su  plenitud  es  el  poder que  mantiene  a todas  las cosas  unidas,  el vinculo entre Padre e  Hijo 
que hace que Ambos sean lo mismo eternamente.

Ningún   curso cuyo  propósito sea  enseñarte a recordar  lo que realmente   eres podría 
dejar de subrayar que no puede haber diferencia entre lo que realmente eres y lo que es 
el amor.    El significado del amor es tu propio significado, el cual Dios Mismo comparte. Pues lo que
tú ereses lo que Él es.  No hay otro  amor  que  el  Suyo, y  lo que  Él es,  es lo  único  que   existe.
nada lo limita, y, por lo tanto, tú eres tan  ilimitado  como  Él.

Ninguna   ley  que  el mundo  obedezca  puede   ayudarte  a  entender  el significado  del    amor. 
Las creencias del mundo  fueron concebidas para  ocultar el significado del amor y  para  mantenerlo 
oculto  y  secreto.  No hay ni un solo principio de los que el mundo defiende que no viole la verdad 
de lo que es el amor, y de lo que,  por ende, eres tú también.

No busques tu Ser en el mundo.    El amor no se  puede encontrar  en las tinieblas ni en la  muerte. 
Sin embargo, es perfectamente evidente para los ojos que  ven y  para  los oídos que   oyen la Voz 
del amor.     La práctica  de  hoy  consiste  en  liberar  a tu mente de todas las leyes que 
crees que  debes  obedecer,   de todas las limitaciones que rigen tu vida y de todos los
cambios que  crees forman  parte del destino humano.   Hoy vamos a dar el paso   más 
ambicioso de los que requiere este curso  en  tu  avance hacia  el  objetivo  que  ha e stablecido.

Si   hoy  consigues    tener   el    más leve  vislumbre   de lo  que  significa  el amor,  habrás 
salvado una    distancia  inconmensurable  ha cia tu   liberación y   te habrás  ahorrado  un 
tiempo que   no  se puede   medir  en  años. juntos, pues,  regocijémonos   de   dedicarle 
algún   tiempo  a Dios  y de  comprender que no hay mejor    manera de emplear  el  tiempo 
que ésa.

Dedica    hoy  quince  minutos en  dos  ocasiones  a  escaparte de  todas  las  leyes en las
que ahora crees.   Abre  tu  mente  y  descansa.    Cualquiera puede escaparse del   mundo 
que  parece   mantenerte   prisionero  si deja  de  atribuirle valor.    Deja d  e otorgarle 
valora  sus  míseras  ofrendas y  absurdos regalos,     y  permite que el regalo  que  Dios 
te  hace los   reemplace  a todos.


Invoca a tu Padre con la certeza de que Su Voz te responderá.


Él   Mismo   lo  ha      prometido,  y   Él  Mismo pondrá una chispa de   verdad  en  tu mente 
cada vez que   renuncies a una  creencia  falsa, o a una   tenebrosa ilusión   de tu  realidad y
de lo que significa el amor.   Él    irradiará    hoy a través de  tus     vanos   pensamientos  y  
te ayudará a comprender   la verdad  del amor. Con amorosa ternura morará    contigo a 
medida   que   dejes    que    Su Voz   le   enseñe a   tu   mente    abierta y    despejada el 
significado del   amor. Y bendecirá  la  lección con  Su Amor.


Hoy la legión de años que tendrías que   esperar en el futuro  para  tu salvación   desaparece 
ante la   intemporalidad de lo que estás aprendiendo. Demos gracias por  habernos librado
de un futuro  que hubiese sido  igual que  el pasado.    Hoy dejamos  atrás   el pasado  para 
nunca   jamás    volver a recordarlo. Y  alzamos  los ojos para  contemplar un presente  muy
distinto,  en el cual se   vislumbra  un futuro que en nada se parece  al  pasado.

El mundo   que a caba de  nacer aún  se   encuentra  en  su  infancia. y  lo veremos    crecer
fuerte  y  saludable,   para  derramar  su   bendición sobre   todos   aquellos   que vengan  a  
aprender a desprenderse   del   mundo    que   pensaban  había   sido  engendrado   con
odio  para  ser  el enemigo del   amor.   Ahora todos  ellos   se  liberan junto  con nosotros.  
Ahora   todos  ellos   son  nuestros   hermanos  en  el Amor de Dios.

Nos acordaremos de ellos en el transcurso del día, ya que  no podemos excluir de nuestro amor  a
ninguna parte de nosotros si  queremos conocer a nuestro Ser.  Por lo menos tres  veces por hora
piensa en alguien que te acompaña en esta jornada, y que vino  a aprender  lo mismo que tú  tienes 
que aprender. y cuando te venga a la mente,  comunícale este mensaje de  parte de tu Ser:

Te bendigo, hermano, con el Amor de Dios, el cual quiero compartir contigo.

Pues quiero aprender la gozosa lección de que   no ha otro amor que el de  Dios, el tuyo,  el  mío  y 
el de todos.

martes, 1 de mayo de 2012

Carta de Jefe indio Noah Sealth al Presidente Benjamin Franklin. ¿Quién es el salvaje?


En el año 1854 el jefe indio Noah Sealth respondió de una forma muy especial a la propuesta del presidente Franklin Pierce para crear una reserva india y acabar con los enfrentamientos entre indios y blancos. Suponía el despojo de las tierras indias. En el año 1855 se firmó el tratado de Point Elliot, con el que se consumaba el despojo de las tierras a los nativos indios.
Noah Sealth, con su respuesta al presidente, creó el primer manifiesto en defensa del medio ambiente y la naturaleza que ha perdurado en el tiempo. 

El jefe indio murió el 7 de junio de 1866 a la edad de 80 años. Su memoria ha quedado en el tiempo y sus palabras continúan vigentes. Para que aquellos que no lo hayan leído u oído, escuchad con atención porque es un canto al Ecologismo y a la Tierra…

¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento, ni aún el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida. Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas ¿Cómo podrían ustedes comprarlos? Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada brillante mata de pino, cada grano de arena de las playas, cada gota de rocío en los oscuros bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto es sagrado a la memoria y al pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas.
Los muertos del hombre blanco olvidan su país de origen cuando emprenden sus paseos por las estrellas; en cambio, nuestros muertos nunca pueden olvidar esa bondadosa tierra, puesto que es la madre de los pieles rojas. Somos parte de la tierra y así mismo, ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila; estos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia.
Por todo ello cuando el Gran Jefe de Washington nos envía el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras dice que nos reservará un lugar en el que podamos vivir confortablemente entre nosotros. El se convertirá en nuestro padre y nosotros en sus hijos. Por ello consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Ello no es fácil, ya que esta tierra es sagrada para nosotros.
El agua cristalina que corre por los ríos y arroyuelos no es solamente agua, sino, también, representa la sangre de nuestros antepasados. Si le vendemos nuestra tierra deben recordar que es sagrada y a la vez deben enseñar a sus hijos que es sagrada y cada reflejo fantasmagórico en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos y memorias de las vidas de nuestras gentes. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.
Los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed; son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñarles a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos y también lo son suyos y, por lo tanto, deben tratarlos con la misma dulzura con la que se trata a un hermano.
Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. El no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana, sino su enemiga, y una vez conquistada sigue su camino, dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle. Les secuestra la tierra a sus hijos.
Tampoco le importa, tanto la tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano, el firmamento, como objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas o piedras de colores. Su apetito devorará la tierra, dejando atrás solo un desierto.
No sé, pero nuestro modo de vida es diferente al de ustedes. La sola visita de sus ciudades apena los ojos del piel roja. Pero quizá sea porque el piel roja es un salvaje y no comprende nada. No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar como se abren las hojas de los árboles en primavera o como aletean los insectos.
Pero quizá también esto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada. El ruido solo parece insultar nuestros oídos. Y después de todo, ¿para que sirve la vida si el hombre no puede escuchar el grito solitario del chotacabras o las discusiones nocturnas de las ranas al borde de un estanque? Soy un piel roja y nada entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, así como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado con aromas de pinos.
El aire tiene un valor inestimable para el piel roja, ya que todos los seres comparten un mismo aliento, la bestia, el árbol, el hombre, todos respiramos el mismo aire. El hombre blanco no parece consciente del aire que respira; como un moribundo que agoniza durante muchos días es insensible al olor. Pero si les vendemos nuestras tierras, deben recordar que el aire nos es inestimable, que el aire comparte su espíritu con la vida que sostiene. El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida también recibe sus últimos suspiros.
Y si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben conservarlas como cosa aparte y sagrada, como un lugar donde hasta el hombre blanco pueda saborear el viento perfumado por las flores de las praderas. Por ello, consideramos su oferta de comprar nuestras tierras y si decidimos aceptarla yo pondré una condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.
Soy un salvaje y no comprendo otro modo de vida. He visto a miles de búfalos pudrirse en las praderas, muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como una máquina humeante puede importar más que el búfalo, al que nosotros solo matamos para sobrevivir.
¿Qué sería del hombre sin los animales? Si todos fueran exterminados, el hombre moriría de una gran soledad espiritual; porque lo que suceda a los animales también le sucederá al hombre, todo va enlazado.
Deben enseñarles a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos. Inculquen a sus hijos que la tierra esta enriquecida con las vidas de nuestros semejantes a fin que sepan respetarla. Enseñen a sus hijos que nosotros hemos enseñado a los nuestros que la tierra es nuestra madre; y que todo lo que le ocurra a la tierra les ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, se escupen a si mismos.
Esto sabemos: la tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a la tierra. Esto sabemos: todo va enlazado, como la sangre que une una familia. Todo va enlazado. Todo lo que le ocurra a la tierra les ocurrirá a los hijos de la tierra. El hombre no tejió la trama de la vida; él solo es un hijo. Lo que hace con la trama se los hace a si mismo.
Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con él de amigo a amigo, queda exento del destino común. Después de todo quizá seamos hermanos. Ya veremos. Sabemos una cosa que quizá el hombre blanco descubra algún día: nuestro Dios es el mismo Dios. Ustedes pueden pensar ahora que Él les pertenece, lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan, pero no es así. El es el Dios de los hombres y su compasión se comparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco. Esta tierra tiene un valor inestimable para Él, y si se dañase provocaría la ira del Creador. También los blancos se extinguirán, quizá antes que las demás tribus. Contaminan sus lechos y una noche perecerán ahogados en sus propios residuos.
Pero ustedes caminaran hacia su destrucción rodeados de gloria, inspirados por la fuerza de Dios sobre el piel roja. Ese destino es un misterio para nosotros, pues no entendemos por qué se exterminan los búfalos, se doman los caballos salvajes, se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres y se atiborra el paisaje de las exuberantes colinas con cables parlantes.
¿Donde está el matorral? Destruido. ¿Dónde está el águila? Desapareció. Termina la vida y empieza la supervivencia.